La malquerida
Voy a hablaros de la “toxina botulínica”, esa gran desconocida.
Muchos de vosotros os preguntareis cómo es posible que sea uno de los tratamientos más demandados y a la vez sea el más rechazado por muchas personas. Cuando atiendo a una visita, muchas veces casi tengo que pedir permiso para pronunciar la palabra “B o t o x” –con perdón-. En seguida escucho: ¡Ah no, qué horror! La mayoría de las veces los pacientes expresan miedo por el resultado que le asocian (Cejas exageradamente levantadas, inexpresión, etc…) y otras por falta de conocimiento (¿Toxina? No gracias, quiero un tratamiento natural). Realmente entiendo que puedan no tener nada claro en qué consiste y por eso les explico un poco la historia de esta sustancia. Como la mayoría de los descubrimientos médicos, se trató de algo casual (como Flemming al descubrir la Penicilina). En 1977, un oftalmólogo tratando el estrabismo y más tarde un neurólogo buscando la disminución de los tics de la cara de sus niños pacientes. En ambos casos se observó que, en la zona donde se pinchaba, las arruguitas de la cara disminuían. Se trata de una proteína altamente purificada y que se aplica en dosis infinitesimales. O sea hace ya 40 años se empleaba en medicina oftalmológica y neurología pediátrica y nadie tenía miedo, y ahora que hay más control sanitario que nunca y un mayor avance tecnológico ¿Por qué esa aversión?
Creo que lo relacionamos con las caras mal pinchadas que alejan de una belleza natural. Por ello es muy importante informar a mis visitas que la toxina botulínica lo utilizo como medicina preventiva. Se trata de conseguir relajar los músculos de expresión para suavizar esas arrugas de enfado y cansancio y así evitar que con el paso del tiempo no se profundicen tanto al gesticular.
Hace más de 10 años, cuando empecé a practicar con la toxina conmigo misma para comprobar resultados, descubrí como me mejoraron casi por completo las migrañas que padecía desde la adolescencia. Me di cuenta de algo que entonces se estaba investigando y que hoy en día se acaba de aprobar su uso en el Sistema de Salud español para el tratamiento de cefaleas. ¡No me digáis que no es fantástico!
Entre los últimos beneficios descubiertos de esta toxina se encuentra la regulación de la sudoración. Tengo alguna paciente a la que aplico la toxina en las axilas cada 6 meses por tener un problema de excesiva sudoración (y olor) y que ahora se muestra pletórica por poder hacer una vida más normal.
En el último Congreso Nacional de Dermatología, se habló también de las mejoras que por la aplicación de la toxina se daban en los síntomas depresivos en personas a partir de la 2ª semana de aplicación. ¡Ya lo que nos faltaba, la Toxina Botulínica nos puede dar alegría! Se trataba de unas conclusiones obtenidas de una fase de ensayos clínicos, pero si se acaba confirmándose, ¡Bienvenido sea!
En resumidas cuentas, la malquerida toxina que tiene menos efectos secundarios que el tabaco y que el alcohol (hábitos tóxicos que sí que pueden ser mortales), tiene beneficios médicos y estéticos.
El resultado a obtener aplicando la toxina sería una cara radiante, descansada y relajada, cómo si volviésemos siempre de vacaciones de Semana Santa, por ejemplo.
Amadeo
Es una gran persona muy profesional y su trato es excepcional. Confió totalmente en su profesionalidad