En busca del equilibrio
Es curioso comprobar como en el ejercicio de la Medicina Estética vemos que no podemos actuar de la misma manera para conseguir que pacientes diferentes vayan en busca del equilibrio (satisfacción, seguridad y felicidad).
Cuando en una misma semana me encuentro con la necesidad de hallar el equilibrio para polos opuestos, es entonces cuando la cosa se hace complicada y difícil.
Me gusta como nuestra profesión nos lleva cada día a conocer mejor al ser humano. Los médicos, al decir “desnúdese, por favor, tengo que reconocerle” establecen una puerta abierta a la comunicación que facilita al paciente no solo a desvelar lo que estaba oculto físicamente sino a hacerlo emocionalmente –desnudando su alma-.
El primer encuentro permite explorar de forma profunda dentro de quien se pone en tus manos: indagar en el porqué de esa cicatriz, de una herida, de un gran abdomen, de un código de barras. Sólo con mirar bien a alguien puedes saber el lado sobre el que duerme (la piel presenta ahí más pliegues). La observación de las ojeras, de la forma de vestir, y del tono de la voz, entre otras…te ayudan enseguida a llegar a muchas conclusiones.
Somos todos tan diferentes. La insatisfacción, inseguridad e infelicidad pueden definir un estado de ánimo similar en muchos pacientes, pero las causas por las que han llegado a ese estado suelen muy diversas.
Hace unas semanas llegó a la consulta una mujer de 40 años, de la que me chocó que hubiera pasado siete veces por el quirófano para mejorar el aspecto de su cuerpo. Mirada cansada, infeliz e insatisfecha. Ahora quería centrarse en mejorar el aspecto de su cara porque no se veía muy bien. “Doctora, ¿Cuándo me veré bien?”. “Nunca”- contesté- “No existe material suficiente en esta clínica para que tú te veas, te quieras y te gustes. Hasta que tu cabeza no cambie, no podrás”. Al final se abrió de verdad, y me confesó que ejercía desde hace años la profesión más antigua del mundo y no quería desilusionar a sus clientes, que llevaban mucho tiempo dándole de comer a ella y a su familia. Agradecí su sinceridad. La verdad siempre lleva al entendimiento y a la empatía con el paciente. No soy yo quién para juzgar, pero me veo capacitada para orientarla y aconsejarla en su salud o su persona. Todo orientado a conseguir naturalidad. Menos es más – en su caso.
En el polo opuesto, al cabo de unos días, traté a otra paciente, dependiente de una tienda de objeto de regalos. Era muy tímida, insegura y estaba descontenta en su trabajo. Le habían bajado las ventas con respecto al año pasado y no sabía remontar la situación. Le propuse un pequeño cambio en su rostro y en su imagen. Después unas sesiones de rejuvencimiento facial, le enseñé a pintarse, a colocarse el pelo, sonreír y cambiar de actitud. Nunca nadie le había enseñado nada de eso. Era la primera vez que se ponía rímel en las pestañas y brillo en los labios. “A partir de ahora” – le comenté- “ tus clientes te verán más segura, contenta, y con mejor cara y actitud. Ya verás cómo tus ventas mejoran”. Se fue emocionada. La soluciones aplicadas tienden a resaltar lo que permanecía apagado o invisible.
Como veis, el primer caso y el segundo son dos polos opuestos. Desnudaron su alma y, buscando el mismo fin (mejorar su estado anímico) y consiguieron el punto justo de ánimo. Lo hicieron por diferentes caminos y recuperaron la ilusión por continuar su vida. Y yo me siento orgullosa de conseguir vayan en busca del equilibrio, y que lo encuentren.
Si estas palabras os inspiran para buscar vuestro punto de equilibrio, pedid cita sin compromiso. Os esperamos en la Clinica Corachán de Barcelona.